martes, 18 de abril de 2017

Robots a nuestro alrededor. Nueva dimensión ética


Dentro de las coordenadas del Capitalismo del siglo XXI, del que estoy escribiendo, hace unos días decía sobre los robots: afectan a la totalidad de nuestras vidas, se pueden estudiar múltiples aspectos, particularmente me interesan los cambios que producen en tres dimensiones: 1) la cuestión laboral y la extinción de puestos de trabajo, 2) la imprevisibilidad del futuro, y los cambios sociales y 3) los cambios que producirá en la ética.


El salto cualitativo que se está instalando en nuestras vidas es que los robots ya no son solamente proyectos de automatización, son máquinas capaces de aprender, con autonomía decisoria,  potenciados por la IA y el tratamiento de los big data, y cuyos costes se han abaratado enormemente, lo cual los extiende a velocidad de vértigo por todas las actividades humanas y en todo el mundo. 


Quien no entre en la robótica no aumentará productividad y se quedara atrás globalmente, pero entrar en esa dimensión destruirá muchísimo trabajo humano y todo lo conocido hace pensar que esta nueva revolución tecnológica no creará tanto trabajo como destruirá y cambiarán nuestra forma de relacionarnos ¿Qué hacemos con las personas? ¿Cómo se repartirá la riqueza? quienes la producen, los robots? Se la quedarán sus dueños?






3.) La dimensión ética.
‘’El ordenador nunca es una herramienta neutral.
Influye, para bien o para mal,
en la forma de trabajar y pensar de una persona’’.
Nicholas Carr. ‘Atrapados’. Taurus.

Cuantas mayores prestaciones incorporen los robots, éstos asumirán mayor control sobre nuestras relaciones, cuantas mayores habilidades desarrollen ellos más habilidades perderemos nosotros por desuso, esto ya sucede en muchísimas actividades que hoy realizan los ordenadores, sea en medicina, o capacidad de orientación, en asesoría o toma de decisiones, porque la adquisición de conocimientos no está separada de la práctica diaria de habilidades con nuestro cuerpo, la implantación masiva de los algoritmos  en todos los trabajos está provocando nuestro aislamiento del entorno, despojándonos de sensibilidad y curiosidad, elementos de nuestra capacidad de aprendizaje, incluidos nuestros errores. –Lean a Nicholas Carr, Evgeny Morozov, Viktor Mayer, Kenneth Cukier-

Los problemas que aparecen abren un mundo nuevo por explorar. Los robots pueden generar menos errores que los seres humanos, un coche robotizado puede tener menor índice de siniestralidad que un coche conducido por una persona, pero, si un coche conducido por una persona causa un accidente, quien lo conduce debe asumir sus responsabilidades. ¿A quién haremos responsable de los actos robóticos? ¿De quién será la responsabilidad de matar? de quien dio la orden? Y ese, quien fue, el programador que creó el algoritmo, o quien lo metió en una máquina que fabricó y posteriormente vendió? o de quien llevó la máquina a un territorio y la puso en marcha? Será una responsabilidad individual o compartida, o tan amplia que se diluya hasta desaparecer?

Entramos en una etapa global, de altísima complejidad por la aportación de algunas soluciones a problemas productivos, al tiempo de generar problemas de relaciones sociales sin respuesta, una situación muy difícil de abordar, pero que sin duda hay que dedicar atención urgentemente. Para situarse recordemos que las máquinas a finales del siglo XX, ya realizaban tareas automatizadas de mayor o menor complejidad en múltiples sectores productivos, manufactureros, financieros, comerciales, de transporte, de comunicación, etc. la cuestión ahora tiene una nueva dimensión que nos desborda y no sabemos hasta donde podrá llegar, las máquinas están empezando a aprender por sí mismas, machine learning, y lo hacen muy rápidamente y están conectadas entre sí globalmente.

Una máquina situada en cualquier esquina del planeta, realmente unos algoritmos o programas, puede interactuar con otras máquinas de cualquier país, apagar o encender fuentes energéticas, poner en marcha o parar sistemas de producción, variar órdenes masivas de producción, o militares, puede influir en las comunicaciones y modificar su control… Las agresiones e interferencias con alto grado de invisibilidad entre estados, o entre grupos políticos, económicos, religiosos… entre sí y contra países, serán enormes, la capacidad de organismos internacionales para intervenir y resolver conflictos disminuirá respecto a las conocidas de finales del siglo XX.
  
El impuesto a los robots, es una discusión que comienza a extenderse, al igual que la implantación de la renta básica, ambos debates no son más intentos de adaptación a los nuevos problemas de relación social que se vislumbran. Con menos trabajos realizados por personas, habrá menores cotizaciones sociales para mantener el estado de bienestar, las pensiones serán imposibles de mantener, al tiempo se producirá menor consumo, la demanda disminuirá, por lo que el estancamiento económico podría ser crónico. En teoría, los neoliberales, basaban el crecimiento económico mundial a corto y medio plazo en el aumento de las clases medias en los países emergentes, lo cual se produjo en estos años de transición entre siglos, pero dicho aumento ha frenado repentinamente su crecimiento en los países emergentes y ha reducido drásticamente las clases medias occidentales.

Unas ideas sobre el impuesto a los robots y la renta básica:



La idea de implantar una renta básica parece que se abre camino, no está muy alejada de actuales prácticas occidentales, también españolas, con múltiples cuantías y aplicaciones existen formatos cercanos a la idea básica de que en un mundo que genera muchísima riqueza, la existencia de desigualdades profundas solo puede conducir a situaciones no soportables de extrema ineficiencia. El impuesto a los robots es muy pronto para saber que recorrido tendrá, a pesar de tener argumentos sólidos, tanto a favor como en contra y éstos no solo de los defensores de la propiedad privada como derecho incondicional, también tiene argumentos contrarios algunos defensores de la renta básica, entre otras razones por las dificultades que entrañaría definir a qué máquina se aplicaría el impuesto, con qué grado de automatización… otros argumentan a favor como la asimilación de cotización por trabajar que tienen hoy los trabajadores.

Un problema a considerar es la propiedad del conocimiento. El crecimiento tecnológico en todo país nunca estuvo basado ni exclusiva, ni fundamentalmente, en inversiones privadas dado que la inversión pública, del Estado, en educación y en proyectos estatales es la base del desarrollo tecnológico, -Google no existiría de no haber existido la internet militar de EEUU, que realmente fue el primer paso de Internet- así parece lógico que al Estado, a todos, vuelvan retornos de esas inversiones en forma de impuesto robótico, o sobre beneficios globales como defienden muchos.

Cuanta mayor extensión de nuevas tecnologías en máquinas pensantes mayor pérdida de capacidades humanas. Estudios en los pilotos de avión demuestran que existe un enorme pérdida de capacidad de los nuevos pilotos respecto a los antiguos para maniobrar en situaciones límite, como vemos a nuestro alrededor que habilidades humanas de orientación, de memorización, de cálculo, etc. etc. se van perdiendo en la medida que aumenta la utilización masiva de sustitutivos tecnológicos. Nuestra forma de ser cambia, nos hacemos más dependientes de algo externo a nosotros, dependemos de una fuente de energía que suministre al móvil, al coche o al robot, nos ponemos en manos de otras fuerzas que no controlamos y que configuran las pautas de comportamiento de las que resulta dificilísimo apartarnos, incluso comprenderlas. Nos consideramos anti sistemas, pero estamos abrazados a Apple, Facebook, Amazón, Netflix, Google … por tanto, sometidos a las redes del sistema, enamorados de internet y las redes sociales, soñamos con el solucionísmo tecnológico… y solo cuestionamos a los políticos, ni siquiera al poder político.

Muchas de las decisiones aplicadas por los robots son realizadas al margen de sus creadores, por ejemplo en el sector financiero, dadas las pautas de actuación pueden enredarse y provocar procesos bajistas que producen crash bursátiles al margen de sus responsables. Los datos leídos por robots pilotos-automáticos, pueden desencadenar accidentes de avión al no interferir personas que pudieran darse cuenta de errores por averías u otras circunstancias no consideradas por las máquinas. Evidentemente los humanos también se equivocan, por ello son responsables, pero, ¿en el caso de las decisiones tomadas por robots, quien sería el responsable?

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