jueves, 5 de octubre de 2017

Secesión, nacionalismo y fascismo. 1

 

Conceptos como secesión, nacionalismo y fascismo están bastante más unidos de lo que el común de los mortales imaginaba. Más allá de los insultos repetidos hasta la saciedad que dedican los indepes, sean éstos, viejos, mayores, jóvenes o niños, llamando fascistas para descalificar a cualquier persona que no se arrodille ante ellos, el concepto fascista tiene un contenido que lo define políticamente, y puede identificar, sean conscientes o no, a quienes basan sus ideas en la ideología fascista y a quienes desarrollan en su práctica social actitudes fascistoides.

Aunque muchos no lo sepan, se están comportando con la misma organización, el mismo pegamento de odio a los otros, igual ferocidad, mismos sistemas de propaganda, adoctrinamiento y movilización, similares patrones de heroicidad juvenil, parecidos sueños futuristas, semejantes prácticas de matonismo, inserción en mismas bases sociales… todo como aquellos fascistas italianos del primer tercio de siglo XX, como los fascistas españoles de los años treinta, o particularmente como los franquistas de postguerra, hoy muchos movilizados indepes están comportando como fascistas. Si además basan su actuación en una ideología que prima elementos diferenciadores respecto a los demás, como nacionalismo excluyente, identidad cultural excluyente, religiosidad y tradicionalismo en el que buscan signos identitarios diferenciadores… si además se consideran superiores a quienes no comparten tales elementos, si su ideología y comportamiento son fascistoides, seguro que lo serán.

El tema es sorprendente, porque fascista es un concepto que tiene connotaciones muy negativas para ellos y precisamente es utilizado por quienes practican fascismo, se están insultando a sí mismos, si no fuera porque ellos se consideran a salvo de toda influencia negativa, si no fuera porque están convencidos de actuar como pueblo elegido, se insultarían a sí mismos si no fuera porque la ideología supremacista se les ha metido en la sangre y ello les faculta para despreciar a cualquiera, comportamiento inequívocamente fascista. Hoy los indepes utilizan el concepto fascista profusamente para descalificar al otro, a quien no sigue a rajatabla la letanía secesionista, sea Marsé o Serrat, Coixet o los periodistas no comprados, los niños en un colegio o  los padres de barrios obreros.

Nadie de los que apoyan la secesión cree ser fascista todos quienes participan o apoyan las movilizaciones del process se llaman demócratas. Si repasan someramente la serie de rasgos siguientes que definen el concepto de fascista verán que se pega como una lapa al process y una gran parte de los independentistas.

Nacionalismo: El fascismo encuentra su lugar de acomodo en el nacionalismo. Todo fascismo es nacionalista. A quienes apoyan la independencia les animo a leer a los clásicos nacionalistas catalanes, Almirall, o recientemente a Pujol –un texto de gran ayuda es ‘La raza catalana, I y II de Francisco Caja. Editorial Encuentros-, en ellos comprobarán sus raíces religiosas, cristianas, su defensa de la raza catalana definida constantemente con elementos supremacistas, los catalanes son superiores a los demás, su ansia por crear una nación, que solo podrá ser defendida con su propio Estado, todo realizado bajo sus criterios y con sus normas que excluirán todas las demás y a todo el que no sea o quiera ser de pura cepa, criterio que lógicamente designarán ellos. Les aseguro que serían incapaces de diferenciar textos de Ramiro Ledesma Ramos de textos pujolistas.

Enemigo externo: En la creación de la nación se utilizaran otros rasgos fascistas, que también encontramos en el nacionalismo catalán. La confabulación judeo masónica quería acabar con la nación, fue profusamente utilizada por el franquismo, los comunistas, los liberales, el oro de Moscú... se transmuta hoy en, España nos roba, españoles colonialistas represores y ladrones, en definitiva el enemigo externo como elemento para aglutinar el pueblo contra los otros.

Pueblo/individuo: La propia definición de pueblo, de grupo, los haces fascistas, lo colectivo diferente y a diferenciar por encima de los derechos y libertades individuales. Ellos serán los representantes de todo el pueblo, aunque solo reciban apoyo de una parte, pero consideran ser representantes de la totalidad porque el resto no forma parte del pueblo catalán, son los anticatalanes como Marsé o Serrat, o los alcaldes y concejales no independentistas; en el caso franquista ocurría igual, los antiespañoles designaban a los otros, la antiespaña era malísima e inferior en derechos, entonces y ahora el naciolnalismo expulsa al que no es igual, al diferente, lo rechaza y considera inferior no está elegido por Dios para salvar la patria, el diferente es enemigo por tanto no tiene iguales derechos, así es el supremacismo.

El contraste con la Constitución es evidente, todo ciudadano es portador de los mismos derechos y obligaciones, la igualdad de todos ante la ley es la base de convivencia, libertad y justicia para todo ciudadano, al margen de su pasado, de su identidad, religión, raza, dinero o tribu de nacimiento. Con la Constitución domesticamos al nacionalismo español, pero quedó libre la bestia del nacionalismo periférico ahora apoyado por muchos defensores de las diferencias del pasado. Una vuelta a la Edad Media.


Raza catalana, supremacismo: Los indepes, los votantes del referéndum se consideran con derecho a votar sin más, y lo publicitan como si ello fuera democrático, pero actúan en plan supremacistas, como si fueran el pueblo elegido con derecho a quitar derechos a los otros. Los no independentistas son otros anticatalanes, son inferiores y por tanto no tienen dignidad ni merecen respeto, eso es supremacismo. Están votando con el objetivo de la eliminación de los derechos actuales a los no independentistas, el mero hecho de aceptar la votación supone aceptar la idea supremacista de que unos puedan suprimir identidad a otros, quitarles su pertenencia a España su ciudadanía, quieren arrebatarles su pertenencia a la Unión europea, al euro, a Schengen, pretenden suprimir su identidad a la mitad de la población catalana. 

El referéndum de autodeterminación del 1-O muestra al grupo de sus defensores actuando por encima del resto de catalanes, quienes montaron el referéndum conocen de sobra estos aspectos, pero son supremacistas ungidos por Dios y se creen con derechos superiores, tanto como para eliminar derechos de millones de catalanes. Ambos, fascismo y nacionalismo, dedicarán montones de páginas muy parecidas en las que tratarán de justificar la superioridad de su pueblo sobre todos los demás.

Tomado de 'La raza catalana-II', Francisco Caja, Ediciones Encuentro, 2013.

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